Mirame.

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En to lo malo hay algo bueno y en todo lo bueno hay algo malo. Se trata de equilibrar.

lunes, 13 de junio de 2016

Y fui feliz y ahora soy feliz. Y seré feliz.

Tengo los oídos reventados de tanta música de fiesta que he escuchado.
Tengo algunas neuronas muertas por todo el alcohol que me bebí (y el que bebo).
Tengo los pies llenitos de ampollas y callos de todo lo que he bailado y por lucir esos tacones tan bonitos.
Tengo la voz cascada por las canciones que he cantado y las que estoy cantando ahora.
Me han herido tanto el corazón que ya lo tengo anestesiado.
He llevado tantos tonos de rojo en el pelo que ya he perdido la cuenta. Cada vez que me tiño pienso que ese tono lo voy a repetir pero al final vuelvo a usar otro distinto.
Seguiré de fiesta (cuando me apetezca) y llegando a casa con ese pitido en los oídos y los pies reventados.
Y me volverán a lastimar el corazón...
Y a pesar de todo lo malo que pueda parecer, será lo mejor, será que lo que he vivido.

lunes, 23 de mayo de 2016

Que algunos ardores de la batalla no me hagan tirar la toalla aunque haya podido rozar el suelo.

2016

En Enero, mi clásica lista de propósitos no era la típica (tópica). Mi lista llevaba cosas grandes porque quería marcar etapas.
Para mí llega un tiempo de hacer cosas importantes, digo importantes porque marcarán mi destino. Estoy preparando mis mejores virtudes en cuanto a optimismo y entusiasmo para poderme reír cuando la vida me toque las narices.
He vivido, disfrutado y también sufrido aunque no pensase mucho en el futuro. Ahora mucho de lo que haga puede crear cimientos de una nueva vida. Decisiones importantes sobre los estudios, un cambio de casa o de ciudad.
Ni las prisas, ni perder los nervios me deben desmoralizar. Cada obstáculo es una señal para poner de mi parte más constancia e ilusión.

domingo, 20 de marzo de 2016

Si no me lo creo yo, no puedo convencer a nadie.

De pronto empiezo a notar lo que de un momento a otro me tenía que pasar, lo lógico y humano. La mente me chirría, me delira, me desafina y me pide a chorros un descanso.
A la carretera, a Sevilla, a Barbate, a Cádiz. Y vuelta.
Al mismo grupo, o al nuevo, un día y el siguiente, una semana y otra, un mes que se convierte en un año.
Un cambio de peso y de colonia.
Semana Santa o verano.
El cuerpo girando alrededor de la mente, necesito un revulsivo.
Los telediarios a veces ya me aburren, están como los veranos: son siempre el mismo repetido.
El problema está fuera pero la solución dentro.
No quiero ganar sino ganarme. Y la única forma de ganarme es volverme a encontrar (conmigo).
Necesito vivir para seguir escribiendo.
No es oro todo lo que reluce, pero si reluce algo me lo estoy perdiendo, ya sea oro, mirra o chocolate.
Tengo que salir ahí fuera, debe haber un chiringuito abierto con poca gente, necesito café en los bares, el humo y las terrazas. Mi sobrino sigue creciendo y ya me gana jugando a la Wii.
Las explicaciones sobran, si las doy no las entienden y si las entienden no las aceptan. Creen que soy un número de su propiedad, otro favorito de su agenda, que siempre tengo que estar ahí, entre la admiración y la puñalada.


Los últimos versos del Capitán a mi manera.